martes, 28 de diciembre de 2010

El síndrome de Argantonio

Querido Fernando:

Leo en la prensa de hoy que Rodríguez Zapatero se encuentra en estos momentos descansando en Doñana. El término descansar se cuestiona por sí sólo cuando es condicionado por el sujeto y el contexto de la frase anterior, así que no te hablaré de ello -me amargaría el desayuno-. Lo que sí quiero destacar es el especial atractivo que tiene Doñana para los presidentes enajenados. Te ofrezco una explicación histórica:


Tartessos (griego:Τάρτησσος, latín: Tartessus) fue el nombre por el que los griegos conocían a la primera civilización de Occidente. Heredera de la cultura megalítica del suroeste ibérico, que se desarrolló supuestamente en el triángulo formado por las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, en la costa suroeste de la península Ibérica.

Así que la primera civilización de Occidente, y su último rey, el legendario Argantonio... Esto me da que pensar, sobre todo si a ello sumamos la localización del reino: entre las provinvias de Huelva, Sevilla y Cádiz, esto es, Doñana. Pienso e imagino al rey Felipe (González), abrumado por los reveses de su última legislatura, paseando melancólico por entre los pinares aferrado al bastón de mando. Creo recordar que el rey José María no visitó Doñana en el primer mandato -por aquel entonces estaba ocupado dirigiendo el país-, lo hizo en el segundo, cuando ya había perdido la chaveta, políticamente hablando. Entonces sintió la llamada de su predecesor Argantonio. Sin embargo, el rey José Luis ya acudió desde el principio a ocupar el trono del rey tartésico. Fue el más tempranero en mostrar su delirio. Y lo peor es que repitió nada más ser reelegido. Ahora, en el anochecer de su mandato vuelve; parece ser el más necesitado de sentir el reino bajo su mano, como si no le perteneciera. Allí se siente cómodo, con el fantasma del monarca ibérico calmando su frustración por los desastres causados y susurrándole al oído nuevos desvaríos. Preparémonos.

Un abrazo.

2 comentarios:

  1. Esperemos que no alcance la misma longevidad que Argantonio. Al menos, ejerciendo (perdón por el sarcasmo) el poder.
    Un abrazo.

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  2. Lo raro es que el rey Francisco no acudiera triunfalmente a descansar a tamaño paraíso, y tuvo tiempo para ello. Para que no se metan tanto con él, angelito...

    Un abrazo vareador.

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